¿Cuántas veces hemos dicho “No pasa nada” con la mejor intención de calmar?
Y, sin embargo, aunque esta frase nace desde el amor, puede silenciar más de lo que consuela. Porque para un adulto, quizá no pasa nada. Pero para el niño, pasó todo.
En esta primera entrega de la serie #palabrar – PNL para la crianza, te invitamos a reflexionar sobre esta expresión tan común y sobre cómo podemos convertirla en una oportunidad de validación emocional, vínculo y aprendizaje.
🧠 Una cuestión de magnitud
Nuestro cerebro adulto está entrenado para filtrar estímulos “menores”, pero en la infancia, incluso las pequeñas experiencias tienen una magnitud emocional intensa. Los niños interpretan el mundo desde la emoción, no desde la lógica.
Imagina que vas conduciendo y a tu hijo se le escapa de las manos un globo que lo ha acompañado todo el camino. Un objeto que quizás, para él, era mágico: ligero, colorido, misterioso. Ese globo representaba curiosidad, alegría, un vínculo emocional con quien se lo regaló… y, de pronto, se ha ido volando.
Pero es justo en ese momento en el que suele aparecer esa frase automática, poderosa y silenciadora: “¡No pasa nada!”
Y sí, para nosotros —adultos, pragmáticos, acostumbrados a perder cosas— no pasa nada. Pero para ese pequeño, pasó todo. Y lo que pudo haber sido una oportunidad de reflexión sobre la pérdida, el valor de las cosas o incluso la ciencia de los gases, se cierra de golpe y en su lugar el niño empieza a aprender otras lecciones:
- Que sus emociones no tienen espacio.
- Que lo que le duele no es importante.
- Se cierra la puerta a una reflexión compartida.
- Y sutilmente, que no vale la pena expresar lo que se siente.
¿Qué aprende el niño cuando decimos “No pasa nada”?
Frase | Mensaje implícito para el niño | Posible consecuencia emocional |
---|---|---|
“No pasa nada” | Tus emociones no son importantes | Desconexión emocional |
“Es solo un…” | Tu asombro es trivial | Pérdida de curiosidad, anhedonia |
“No llores” | Mostrar tus emociones no es aceptable | Supresión emocional, baja autoestima |
El lenguaje construye realidades. Y las frases automáticas pueden convertirse en creencias limitantes.
¿Qué dice la ciencia?
Estudios en psicología del desarrollo, como los de John Gottman y Dan Siegel, sostienen que validar las emociones de los niños refuerza su inteligencia emocional, fortalece el vínculo afectivo y mejora su autoconciencia y capacidad de autorregulación.
El psicólogo infantil Lawrence Cohen señala que frases como “no pasa nada” tienden a invalidar y reprimir emociones, provocando que el niño desconecte de lo que siente y construya mecanismos de evitación a largo plazo.
“Lo que no se nombra, no se siente. Y lo que no se siente, no se procesa.” — Daniel Siegel, neuropsiquiatra
Decir “no pasa nada” no solo detiene una conversación. Puede afectar el desarrollo de su cerebro emocional. En resumen:
- Validar emociones integra los hemisferios cerebral lógico y emocional (Daniel Siegel).
- Minimizar repetidamente las emociones lleva a que los niños desconfíen de lo que sienten (Tina Payne Bryson).
- Escuchar con respeto enseña que son personas valiosas y dignas de ser comprendidas (Janet Lansbury).
- El respeto es la base de toda relación educativa con los niños (Magda Gerber).
Reggio Emilia: emociones como lenguaje
En el enfoque Reggio Emilia, el niño es protagonista de su aprendizaje. Esto incluye su vida emocional. Una caída, un susto, una pérdida, no son “nadas”. Son lenguajes que el niño usa para expresar lo que está viviendo. Cada emoción que expresa es un lenguaje que merece ser escuchado y acompañado. Silenciarlo con “no pasa nada” es, en palabras del enfoque, negar uno de esos lenguajes.
Validar es interpretar ese lenguaje. Es responder a su emoción con presencia, y no con prisa.
🌱 Una oportunidad valiosa: palabras que labran
Labrar con palabras —eso es lo que propone #palabrar—. Es entender que nuestras expresiones moldean realidades internas y relaciones profundas. La Programación Neurolingüística (PNL) nos recuerda que el lenguaje puede abrir o cerrar puertas emocionales.
Desde la Programación Neurolingüística sabemos que cambiar nuestras palabras cambia nuestras percepciones, las de nuestros hijos y la calidad del vínculo.
- Reencuadre: transforma la pérdida en oportunidad de aprendizaje.
- Anclaje emocional: vincula la emoción con una experiencia significativa.
- Narrativización: contar lo que pasó reduce la angustia (Pennebaker, 1997).
Por eso, en lugar de “no pasa nada”, aquí tienes alternativas empáticas, organizadas por intención:
✅ Validar el sentimiento
- “Veo que se fue tu globo, y te veo triste. ¿Era especial para ti, verdad?”
- “Eso que sentiste es válido. Perder cosas que queremos duele.”
- “Me imagino que fue difícil. ¿Quieres contarme más sobre cómo te sientes?”
🤝 Ofrecer consuelo y conexión
- “Estoy aquí contigo. ¿Te gustaría un abrazo?”
- “¿Hay algo que pueda hacer para que te sientas un poco mejor?”
- “Si quieres llorar, está bien. A veces yo también lo necesito.”
🔍 Invitar a la reflexión (cuando estén más tranquilos)
- “¿Quieres saber a dónde puede ir un globo cuando vuela así?”
- “¿Qué crees que podríamos aprender de esto?”
- “¿Qué harías diferente si tuvieras otro globo?”
💡 Pensar en soluciones
- “¿Te gustaría escribir una historia sobre tu globo?”
- “¿Qué otra cosa podemos hacer ahora que nos haga sentir mejor?”
Ten en cuenta que validar no es consentir. Puedes acompañar la emoción sin aprobar comportamientos inadecuados. Primero calma, luego reflexión. No enseñamos mientras hay lágrimas. Primero acunamos el alma, luego sembramos el aprendizaje.
Modelar es clave. Si quieres que tu hijo sepa gestionar sus emociones, déjalo verte hacerlo tú también.
Otras situaciones que suelen propiciar un “No Pasa Nada”
Transformar esta frase no es una técnica mágica, ni un truco psicológico. Es un acto de presencia y respeto. Es elegir no minimizar el dolor pequeño que, si se escucha, no crecerá en silencio.
Lo que estás haciendo es labrar con palabras un corazón resiliente. Uno que no reprima, sino que integre lo vivido. Uno que sabrá más adelante acompañar también a otros.
🎈 Cuando pierde un globo:
- “Veo que se fue el globo que tanto querías. ¿Quieres saber por qué se fue volando?”
- “Lamento que hayas perdido tu globo, ¿te doy un abrazo? Podemos hablar cuando estés más tranquilo.”
- “¿Qué crees que verá el globo desde tan alto? ¿Te gustaría imaginar su viaje?”
🤕 Cuando se cae o se lastima:
- “Vi que te caíste. ¿Puedo revisar si te lastimaste?”
- “Eso debió doler. Estoy aquí para ayudarte cuando lo necesites.”
- “¿Qué crees que tu cuerpo te está diciendo ahora?”
😞 Cuando algo no sale como esperaba:
- “Veo tu esfuerzo. ¿Qué crees que podrías hacer diferente?”
- “A veces intentamos y no sale. Eso también nos enseña.”
- “¿Quieres que lo intentemos juntos, o de otra forma?”
😨 Cuando tiene miedo:
- “Noto que esto te asusta. ¿Hablamos sobre ello?”
- “El miedo también es una emoción sabia. ¿Qué crees que te quiere decir?”
- “Estoy aquí. Respiremos juntos y luego lo enfrentamos juntos.”
🧪 Reto #palabrar de la semana
La próxima vez que estés a punto de decir “No pasa nada”:
- Detente por 3 segundos.
- Observa el lenguaje corporal del niño.
- Usa una frase alternativa.
- Evalúa la conexión que lograste.
No se trata de palabras mágicas. Se trata de sembrar seguridad emocional. Transformar “No pasa nada” no es solo una cuestión de lenguaje. Es una forma de posicionarnos como adultos disponibles emocionalmente, capaces de acompañar, validar y sembrar resiliencia.
📚 Referencias
-
Siegel, D. & Bryson, T. (2011). El cerebro del niño. Delacorte Press. Disponible en línea
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Bryson, T. P. & Siegel, D. (2020). El poder de la conexión. Ed. Vergara. Disponible en línea
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Lansbury, J. (2019). Crianza respetuosa. Editorial Gaia. Disponible en línea
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Gerber, M. (2002). Your Self-Confident Baby. Wiley. Disponible en línea
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Pennebaker, J. W. (1997). Opening Up: The Healing Power of Expressing Emotions. Guilford Press. Disponible en línea
-
Malaguzzi, L. (1996). Los cien lenguajes del niño. Filosofía Reggio Emilia. Disponible en línea