Imagina esos momentos en los que te has sentido abrumado por las vicisitudes de la crianza; recuerda esas ocasiones en las que pensaste que quizá pudiste hacerlo mejor y, en alguna oportunidad, quizá hayas pensado que necesitabas un relevo, un descanso, una válvula de escape.
Ahora, multiplica esas emociones por 10, 12 o 18 aprendices y súmale 20, 24 o 36 padres de familia con diversas necesidades y solicitudes. Eso que acabas de imaginar es la cotidianidad de la docencia. Por ello, hoy reflexionaremos sobre cómo el bienestar de nuestros docentes redunda en el bienestar de nuestros aprendices.
Un modelo con muchas enseñanzas
Modelos educativos exitosos, como el sistema estonio, han priorizado la satisfacción y el desarrollo de los maestros, obteniendo como resultado estudiantes con alto rendimiento académico y un entorno de enseñanza basado en el respeto y la motivación. Estonia ha logrado posicionarse como líder en educación en Europa, según el informe PISA, superando a países como Finlandia.
Este éxito se atribuye, en parte, a la inversión en el bienestar y desarrollo profesional de los docentes, lo que crea un ambiente educativo positivo y efectivo. Por ende, si queremos que nuestros hijos crezcan en un ambiente de aprendizaje enriquecedor, es esencial que tanto las directivas escolares como las familias trabajemos en conjunto para garantizar el bienestar de nuestros educadores. Programas de apoyo emocional, formación continua y una cultura de reconocimiento son algunas de las estrategias que pueden marcar la diferencia.
La docencia vista desde una perspectiva funcional
En una sociedad donde la educación es clave para la evolución y el bienestar común, los docentes son como los médicos de nuestro tejido social. Ellos, a través del conocimiento, la orientación y el acompañamiento, ayudan a corregir falencias que podrían afectar a las futuras generaciones. Y así como acudimos al médico cuando nuestro cuerpo manifiesta síntomas de enfermedad, los docentes trabajan día a día para fortalecer a niños y jóvenes, ayudándolos a desarrollar habilidades, valores y pensamiento crítico que les permitan convertirse en ciudadanos íntegros y conscientes, esenciales para el funcionamiento sostenible de nuestra sociedad.
Si los niños son las células que componen nuestra sociedad, entonces los profesores son los especialistas que velan por su crecimiento saludable. Pero, ¿qué ocurre cuando no cuentan con el apoyo necesario? La respuesta es clara: la salud de nuestra sociedad se resiente. Por ello, invertir en el bienestar docente no es un gasto, sino una inversión en el futuro.
¿Cómo puedo aportar al bienestar de nuestros docentes?
El bienestar docente no es responsabilidad exclusiva de las instituciones educativas. Desde nuestros hogares, podemos contribuir activamente a crear un entorno de apoyo y reconocimiento. Cada gesto cuenta: desde un ‘gracias’ sincero hasta la participación en iniciativas que promuevan su desarrollo profesional. Al valorar su labor, al comunicarnos de manera respetuosa y al brindarles apoyo emocional, estamos construyendo puentes que fortalecen la relación entre la escuela y la familia, creando un círculo virtuoso de bienestar que beneficia a todos.
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Reconocimiento de su trabajo y logros: Valorar y celebrar los éxitos y esfuerzos de los docentes fortalece su motivación y compromiso.
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Moderación y abordaje apropiado en los requerimientos: Ser conscientes de las demandas que se les hacen, asegurando que sean razonables y respetuosas.
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Apoyo emocional constante desde el hogar: Fomentar una comunicación abierta y brindar respaldo emocional a los docentes.
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Cultivar una cultura de respeto hacia su rol: Reconocer la importancia de su labor y promover el respeto en todas las interacciones.
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Fomentar su crecimiento y formación constante: Apoyar oportunidades de desarrollo profesional y aprendizaje continuo.
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Motivación: Incentivar su pasión por la enseñanza mediante estímulos positivos y un ambiente de trabajo saludable.
Todos tenemos ese docente que trajo alegrías a nuestras vidas y cuya orientación encaminó nuestro futuro hasta el punto en el que hoy nos encontramos. Ahora tenemos la oportunidad, como familias, de darle a esta profesión/vocación el reconocimiento que se ha ganado y de fomentar en nuestro entorno el cuidado de una labor tan decisiva para el futuro de la sociedad.
El Reto
El cambio comienza con una idea, con una chispa de iniciativa. Te invito a reflexionar: ¿qué podemos hacer, como comunidad de padres, para mejorar el bienestar de nuestros docentes? Comparte tus ideas, únete a otros padres, y juntos, hagamos realidad esas iniciativas que transformarán nuestro entorno educativo y construirán un futuro más prometedor para nuestros hijos.
Referencias
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Chica Palma, O. C., & Sánchez Buitrago, J. O. (2023). Educación emocional y bienestar docente: Los maestros como modeladores emocionales. ISBN: 978-9587466126. Disponible en línea
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Méndez Cuadrado, C. (2022). Bienestar para docentes: Herramientas para mejorar la calidad de vida del profesorado. ISBN: 978-8419341297. Disponible en Amazon
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Sánchez, V. (2019). Los modelos educativos en el mundo. ISBN: 978-6071714842. Disponible en Amazon
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Infobae. (2024). El impacto del bienestar docente en el rendimiento escolar. Disponible en línea
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SCIELO. (2021). La influencia docente y el rendimiento académico en estudiantes de educación básica. Disponible en línea